Y David dijo a Aquis: Si ahora he hallado gracia en tus ojos, dame lugar en alguna ciudad del país, para que yo habite allí; porque ¿por qué ha de habitar tu siervo contigo en la ciudad real?

Que me den un lugar en algún pueblo del campo. Fue un arreglo prudente de parte de David: porque evitaría que fuera objeto de celosas sospechas o de perversas tramas entre los filisteos. Colocaría a sus seguidores más allá del riesgo de contaminación por las idolatrías de la corte y el capital; y le daría la oportunidad de tomar represalias contra las tribus filibusteras que infestaban la frontera común de Israel y los filisteos.

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