Pero Giezi, siervo de Eliseo, el hombre de Dios, dijo: He aquí que mi señor ha perdonado a Naamán este sirio, no recibiendo de sus manos lo que traía; pero, vive Jehová, que yo correré tras él, y tomaré algo de él.

Correré tras él y tomaré algo de él. La respetuosa cortesía hacia Eliseo, mostrada en la persona de su siervo, y la liberalidad abierta de sus regalos, atestiguan la plenitud de la gratitud de Naamán; mientras que la mentira, el manejo artero al despedir a los portadores del tesoro, y la apariencia engañosa ante su amo, como si no hubiera salido de la casa, dan una impresión muy desfavorable del carácter de Giezi.


 

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