Y los tres valientes se abrieron paso entre el ejército de los filisteos, y sacaron agua del pozo de Belén, que estaba junto a la puerta, y la tomaron y la trajeron a David; pero él no quiso beberla, sino que la derramó al SEÑOR.

No quiso beber de él, sino que lo derramó para el Señor. Lo más probable es que un vívido recuerdo del agua refrescante de Belén despertó un momentáneo deseo de saborearla de nuevo, y expresó el deseo, sin soñar que ninguno de sus asistentes escuchó o prestó atención a su exclamación. Cuando pensó en el peligro inminente en el que se había obtenido el proyecto, no quiso participar de él, para que no pareciera preferir la gratificación egoísta de su paladar a las vidas de sus soldados más valiosos. "Lo derramó para el Señor", como una especie de libación o reconocimiento de la bondad divina en la preservación de la vida de sus hombres.

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