Oh tú rey, el Dios Altísimo dio a Nabucodonosor tu padre un reino, y majestad, y gloria, y honra:

El Dios Altísimo le dio un reino a Nabucodonosor tu padre. No fue su propio nacimiento o talento lo que le dio el vasto imperio, como pensaba. Hacer que desaprendiera su pensamiento orgulloso era el objeto de la visitación de Dios sobre él.

Y majestad, a los ojos de sus súbditos.

Y gloria, de sus victorias.

Y honor, de la ampliación y decoración de la ciudad.

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