Entonces el rey, cuando oyó estas palabras, se enojó mucho consigo mismo, y puso su corazón en Daniel para librarlo; y trabajó hasta la puesta del sol para librarlo.

Entonces el rey ... estaba muy disgustado consigo mismo, por haber permitido que lo atraparan en un decreto tan apresurado. Por un lado, lo apremiaba la inmutabilidad de la ley, el temor de que los príncipes conspiraran contra él y el deseo de consultar por su propia reputación, para no parecer voluble; por el otro, por el respeto a Daniel y el deseo de salvarlo de los efectos de su propio decreto precipitado.

Y trabajó hasta la puesta del sol para librarlo. El rey se tomó este tiempo para deliberar, pensando que después de la puesta del sol Daniel se salvaría hasta la mañana, y que mientras tanto surgiría alguna forma de escape. Pero, entonces los conspiradores se reunieron tumultuosamente, literalmente, para evitar este retraso en la ejecución, no fuera que el rey cambiara su decreto mientras tanto.

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