Dios mío, inclina tu oído y escucha; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos delante de ti por nuestras justicias, sino por tus grandes misericordias.

No presentamos nuestras súplicas, literalmente, hacer caer, etc. (cf. nota,). La expresión alude a la actitud de los suplicantes, que se postran ante aquel cuyo favor suplican.

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