Tened, pues, buen cuidado, porque no visteis ninguna semejanza el día en que Jehová os habló en Horeb, de en medio del fuego:

Tened... buen cuidado... (porque no visteis ninguna semejanza). La extrema propensión de los israelitas a la idolatría, por su posición en medio de las naciones circundantes ya abandonadas a sus seducciones, explica que se les llame repetidamente la atención sobre el hecho de que Dios no se apareció en el Sinaí en ninguna forma visible; y se da una seria advertencia, fundada en esa notable circunstancia, para que se cuiden, no sólo de hacer representaciones de dioses falsos, sino también de cualquier representación imaginaria del Dios verdadero.

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