¿Quién conoce el espíritu del hombre que sube arriba, y el espíritu de la bestia que baja a la tierra?

Quien sabe. No dudar del destino del espíritu del hombre. La pregunta expresa 'cuán pocos, en razón de la mortalidad exterior a la que el hombre está tan expuesto como la bestia, comprenden la gran diferencia entre el hombre y la bestia'. Puesto que el espíritu del hombre es el aliento de Dios, no puede perecer con el cuerpo, sino que al morir debe volver a Aquel que lo dio.

Lo que es de la tierra es devuelto a la tierra: así lo que es del cielo vuelve al cielo. La creación del hombre a imagen de Dios, implica la necesidad de una inmortalidad de bienaventuranza o miseria. El hebreo expresa fuertemente la diferencia, 'El espíritu del hombre que asciende, pertenece a lª- en lo alto; pero el espíritu de la bestia que desciende, pertenece a lo de abajo, a la tierra.

Su destino y elemento propio difieren por completo (Weiss). La superioridad del hombre no se encuentra en la superficie y, por lo tanto, no es fácil de discernir; la semejanza del hombre con la bestia en la mortalidad se impone a nuestra atención. El hecho de que la preeminencia del hombre esté así oculta debería ser suficiente en sí mismo para conducir al hombre a la humildad y extinguir el orgullo en él.

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