Aquel día dio el rey Asuero la casa de Amán, enemigo de los judíos, a la reina Ester. Y Mardoqueo se presentó ante el rey; porque Ester le había dicho lo que él era para ella.

Aquel día dio el rey Asuero la casa de Amán... a Ester. Su propiedad fue confiscada, y todo lo que le pertenecía, como compensación por el peligro al que había estado expuesta la reina. En Oriente, dice Chardin, la desgracia de un gobernador, u otro gran hombre, siempre ha implicado la confiscación de su propiedad a favor de la corona. Así lo encontramos en los decretos de Ciro. Josefo ('Antigüedades', b. 12:, cap. 1:) informó que los transgresores debían ser crucificados y sus bienes entregados al rey.

Mardoqueo se presentó ante el rey, es decir, fue presentado en la corte y nombrado uno de los siete consejeros. Ester mostró gran prudencia y dirección al reconocer la relación de Mardoqueo con ella en el momento más adecuado para prestarle un servicio eminente.

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