Y habló el rey de Egipto a las parteras hebreas, de las cuales el nombre de una era Sifra, y el nombre de la otra Puah:

El rey de Egipto habló a las parteras hebreas. De las esculturas monumentales se desprende que en el Egipto antiguo como en el moderno se empleaban mujeres como comadronas (Wilkinson, en 'Herodotus' de Rawlinson, b. 2:, cap. 85). Sólo dos de ellas eran atendidas por el rey, por lo que puede deducirse que eran las jefas de una gran corporación (Rosenmuller, 'A. und. N. Morgenl. N. Morgenl.', 1:, p. 255; Laborde, 'Commentaire Geographique'); o que, manipulando a éstos, quiso intimidar a los otros practicantes, para asegurar el cumplimiento secreto de todos ellos con sus deseos (Calvino). Una tercera hipótesis es que sólo las matronas ejercían en la capital y sus alrededores (véase el final del capítulo).

Las opiniones están divididas en cuanto a si los dos accoucheurs mencionados eran egipcios o hebreos. Por un lado, Josefo (b. 2:, cap. 9:, sec. 2) dice que eran egipcios; y se ha sostenido que lo más probable es que su relato sea correcto, siendo la creencia tradicional de la Iglesia antigua. Además, se alega que el texto original admite ser traducido como: 'habló a las parteras de las mujeres hebreas'; mientras que es evidente, de su propia lengua al rey, que tenían práctica general entre las mujeres nativas.

Además, por no hablar del carácter del rey, que era demasiado cauteloso y político para confiar sus designios secretos a la ejecución de parteras hebreas, se piensa que los nombres de Puah y Shiphrah, particularmente el de esta última, tienen un sonido egipcio, y que termina en Phra, 'el sol', indica que ella fue una mujer heliopolitana; y de acuerdo con este punto de vista, Osburn ('Mon. Hist.', 2:, p.543) dice que las parteras eran sacerdotisas, que ministraban en el templo de la diosa Tenu o Tamar, que era el Lucio de los egipcios. Las dos mencionadas eran de alto rango, y presidían todas las parteras de Egipto, de modo que, como representantes de su clase, recibían las instrucciones reales, que por medio de ellas debían ser comunicadas a sus hermanas profesionales.

Por otra parte, sin detenernos en la evidente construcción de las palabras originales, que denotan "parteras hebreas", y en sus nombres, que son claramente hebreos, merece una atención especial el hecho de que fueran mujeres temerosas de Dios, a las que los escrúpulos de conciencia les impedían obedecer al rey, y que estaban resueltas a seguir los dictados de la piedad y la humanidad. Estas consideraciones favorecen fuertemente la opinión de que eran mujeres hebreas

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