Y él dijo: Cuando hagáis el oficio de partera a las hebreas, y las viereis sobre los banquillos; si es hijo, lo mataréis; pero si es hija, entonces vivirá.

Cuando hagas el oficio de partera a las mujeres hebreas, y las veas sobre los banquillos, х `al ( H5921 ) haa'aabªnaayim ( H70 )] , sobre las dos piedras. La palabra aparece en otros pasajes, donde significa recipientes de piedra ( Éxodo 7:19 ), y una vasija de alfarero ( Jeremias 18:3 ).

 Las opiniones están divididas en cuanto a cuál fue el modo de destrucción que el rey señaló. Algunos, como Gesenius, piensan que los "banquillos" eran asientos bajos, como los que se representan frecuentemente en los monumentos egipcios; y nuestra versión representa a las parturientas colocadas sobre ellos, lo que es contrario al uso y a la probabilidad. Otros suponen que los obstetras se sentaban en ellos junto a la camilla de las parturientas (lo que también es un error, ya que la actitud adoptada en Oriente para las parturientas es la postura de pie (Frag. de Calmet). ), y que, como podían descubrir fácilmente el sexo del recién nacido, siempre que aparecía un niño, debían estrangularlo mediante una ligera presión, sin que lo supieran los padres; mientras que otros opinan que "los taburetes" eran cubetas de piedra, en las que, mientras se lavaba a los niños, debían dejarse caer, por así decirlo, accidentalmente. Esta costumbre en relación con los niños está justificada por el uso oriental; y tal destrucción de los niños se ha practicado realmente en las cortes de los monarcas orientales.

Thevenot insinúa ("Viajes", parte 2:, p. 98) estos dos principios. Dice que "los reyes de Persia temen tanto ser privados de ese poder del que abusan, y tienen tanto miedo de ser destronados, que destruyen a los hijos de sus parientes femeninos, cuando han dado a luz varones, poniéndolos en una artesa de barro, donde los dejan morir de hambre" (citado en "Oriental Customs" de Burder, p. 140). [Las esculturas representan a las parteras en el acto de colocar a los recién nacidos en un recipiente del mismo carácter y con el mismo propósito que el  haa'aabªniym ( H70 ) de los hebreos.] Esta anécdota de Thevenot arroja algo de luz sobre el tema. Aun así, la circunstancia de que la palabra original esté en el dual parece indicar que la explicación no es completa o del todo satisfactoria. (Para otras soluciones, véase 'Frag.' de Calmet, cccxii., cccxiii., y 'Commentary' de Keil y Delitzsch, 1:, p. 425, edición de Clarke.)

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