Y él le dijo: Si tu presencia no va conmigo, no nos saques de aquí.

Si tu presencia no va conmigo, no nos lleves de aquí, Prefiero infinitamente pasar una vida errante en el desierto, disfrutando de tu presencia y tu favor, que establecerme en Canaán sin ella, las propias palabras de Dios son captadas con avidez, y su promesa convertida en objeto de una oración, en la plena y justa persuasión de que los israelitas podrían aparecer como "una generación elegida, un pueblo peculiar", a los ojos de las naciones contemporáneas y de las épocas futuras, sólo por las evidencias inconfundibles de la presencia y el favor divinos que los acompañaban y prosperaban en su camino. En toda esta escena de intercesión, Moisés mostró el celo desinteresado de un líder patriótico, no menos que la piedad humilde pero sincera de un santo eminente, y la oración de la fe prevaleció.

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