Y acontecerá, que si no creyeren también estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás del agua del río, y la derramarás sobre lo seco; y el agua que saques de el río se convertirá en sangre sobre la tierra seca.

Toma... agua... del río: Nilo. Esos milagros, dos de los cuales se realizaron entonces, y el tercero debía realizarse a su llegada a Gosén, fueron concebidos al principio para animarse como pruebas satisfactorias de su misión divina, y para ser repetidos para la confirmación especial de su embajada ante los israelitas. La impresión que estaban calculados para causar en los espectadores está bien descrita por el Dr. Pearson ('Sobre el Credo', Art. 1): "Los que veían en la mano de Moisés la omnipotencia de Dios, no podían sospechar en su lengua la veracidad de Dios, de modo que cuando Aarón se convirtió en Moisés en lugar de una boca, y Moisés en Aarón en lugar de Dios, Aarón habló todas las palabras que el Señor había dicho a Moisés, e hizo las señales a la vista del pueblo, y el pueblo creyó".

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