Y dijo Moisés a Jehová: Señor mío, no soy elocuente, ni antes, ni desde que hablaste a tu siervo; mas soy tardo en el habla, y tardo en la lengua.

No soy elocuente. Se supone que Moisés sufría un defecto natural de expresión, o que tenía una dificultad para expresar libremente y con fluidez sus ideas en la lengua egipcia, que había dejado de utilizar durante mucho tiempo. Esta nueva objeción también fue rechazada; pero aún así Moisés, que preveía las múltiples dificultades de la misión, estaba ansioso por ser liberado de la responsabilidad.

Verso 14. La ira del Señor se encendió. El Ser Divino no está sujeto a ebulliciones de pasión; pero su disgusto se manifestó al transferir el honor del sacerdocio, que de otro modo habría sido otorgado a Moisés, a Aarón, quien desde ese momento estaba destinado a ser la cabeza de la casa de Leví ( 1 Crónicas 23:13 ).

Su condescendencia y paciencia en el trato con Moisés habían sido maravillosas; y ahora todo escrúpulo restante fue eliminado por la inesperada y bienvenida información de que su hermano Aarón iba a ser su colega. Dios sabía desde el principio lo que Moisés iba a hacer; pero reservó este motivo para el final, como el más fuerte, para despertar su lánguido corazón, y Moisés cumplió ahora plena y cordialmente con el llamado. Si nos sorprende su reticencia, en medio de todas las señales y promesas que le fueron dadas, debemos admirar su franqueza y honestidad al registrarla.

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