Dondequiera que el espíritu debía ir, ellos iban, allí iba su espíritu; y las ruedas se levantaban contra ellos, porque el espíritu de la criatura viviente estaba en las ruedas.

Dondequiera que el espíritu debía ir, ellos iban, allí iba su espíritu; es decir, su voluntad era ir adondequiera que el espíritu debía ir, y allí iban realmente. Está implícito que tanto su ir real, como su espíritu o voluntad de ir, estaba dondequiera que el espíritu estaba para ir.

Las ruedas fueron levantadas sobre ellos - más bien, lª- al lado o en conjunción con ellos.

El espíritu de la criatura viviente - puesto colectivamente por "las criaturas vivientes"; los querubines. Habiéndolos visto primero por separado, los ve a continuación en conjunto, como la criatura viviente compuesta en la que residía el espíritu. La vida a la que se refiere es la que está conectada con Dios, la vida santa y espiritual, en la plenitud de su poder activo.

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