Y Labán le dijo: Ciertamente tú eres mi hueso y mi carne. Y se quedó con él, el espacio de un mes.

Se quedó... un mes. Entre los pastores, un forastero es hospedado libremente durante tres días; al cuarto se espera que diga su nombre y su misión; y si prolonga su estancia después de ese tiempo, debe poner su mano a trabajar de alguna manera, según se acuerde. Una regla similar existía en el establecimiento de Labán, y el salario por el que su sobrino se comprometía a continuar en su empleo era la mano de Raquel.

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