Y ha puesto mi boca como espada afilada; me cubrió con la sombra de su mano, y me hizo asta bruñida; en su aljaba me ha escondido;

Ha puesto mi boca como espada afilada. El doble oficio de la Palabra de Dios, salvador y condenatorio, está implícito.

Un eje pulido. "Pulido", es decir, libre de todo óxido, implica su pureza inmaculada, que da tanta agudeza y poder a sus palabras, ya sea de gracia o de condenación.

En su aljaba me ha escondido. Como una espada envainada, o una saeta en la aljaba, el Mesías, antes de su aparición, estaba escondido con Dios, listo para ser desenvainado en el momento que Dios quisiese (Hengstenberg): también, siempre protegido por Dios, como la flecha por la aljaba.

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