No se han humillado hasta el día de hoy, ni han temido, ni han andado en mi ley, ni en mis estatutos que puse delante de vosotros y de vuestros padres.

Y ustedes. La tercera persona los pone a distancia de Dios, a causa de que se alejan de Él. La segunda persona implica que Dios anteriormente se había dirigido directamente a ellos.

No están humillados - literalmente, contritos.

Ni han temido - ("Feliz el hombre que siempre teme").

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