Y él hizo proclamar y publicar en Nínive, por decreto del rey y sus nobles, diciendo: Ni hombres ni animales, bueyes ni ovejas, prueben nada. Que no coman ni beban agua.

Los animales brutos comparten los efectos negativos del pecado del hombre (Jonás 4:11, "¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su derecha y su izquierda, y también muchos animales?"), por lo que aquí, según la costumbre oriental, se les hace participar en las manifestaciones exteriores de la humillación del hombre. Las "misericordias tiernas" de Dios están sobre todas Sus obras (Salmos 145:9); Él "preserva al hombre y a los animales" (Salmos 36:6). El ganado sufriría si la ciudad sufriera, como Dios mismo lo declara amorosamente en Su apelación a Jonás (Jonás 4:11). Por lo tanto, fueron hechos, en mudo espectáculo, para rogar misericordia a Dios en el luto general. "Cuando el general persa Masistio fue muerto, los caballos y mulas de los persas fueron esquilados como ellos" (Newcome, de Plutarco; también Heródoto, 9:24). La asociación de los nobles con el rey en el decreto (como en Medo-Persia, bajo Darío) arroja luz sobre el estado político de Nínive. Entonces no era una monarquía absoluta. Los nobles probablemente originaron el decreto y el rey lo confirmó (Daniel 6:1).

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