Este es el pan que descendió del cielo: no como vuestros padres comieron el maná, y murieron: el que come de este pan vivirá para siempre.

Este es el pan que descendió del cielo: no como vuestros padres comieron el maná, y murieron: el que come de este pan vivirá para siempre. Esta es una especie de resumen de todo el discurso, sobre el cual baste esta observación adicional: que como nuestro Señor, en lugar de suavizar Sus sublímites figurativos, o incluso ponerlos en una fraseología desnuda, deja las grandes verdades de Su Persona y Oficio, y nuestra participación de Él y ello, consagrado para siempre en esas gloriosas formas de hablar, por lo que cuando intentamos despojar de la verdad a estas figuras, por figuras que sean, se nos escapa, como el agua cuando la vasija está rota; y por lo tanto, nuestra sabiduría radica en elevar nuestro propio espíritu, y afinar nuestro propio oído, a los modos de expresión escogidos por nuestro Señor. Debe agregarse que aunque este discurso no tiene nada que ver con el Sacramento de la Cena del Señor, el Sacramento tiene todo que ver con él, como la encarnación visible de estas figuras, y al participante creyente dando una real, viva y conmovedora participación de Su carne y sangre, el alimento por lo tanto de la vida espiritual y eterno aquí abajo.

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