Pero Dios abrió un hueco que estaba en la quijada, y de allí salió agua; y cuando hubo bebido, volvió su espíritu, y revivió; por tanto, llamó su nombre Enhakkore, que está en Lehi hasta el día de hoy.

Un lugar hueco... en la mandíbula: en Lehi, tomando la palabra como nombre propio, marcando el lugar.

Su espíritu vino de nuevo. Su fuerza, agotada por el violento y prolongado esfuerzo, fue recuperada por la refrescante corriente del manantial; y se llamaba En-hakkore, el 'pozo de las súplicas', un nombre que registra la piedad de este heroico campeón.

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