Y si fuere animal de que se ofreciere ofrenda a Jehová, todo lo que de tal diere a Jehová será santo.

Si se trata de un animal, un animal limpio, después de haber hecho el voto, no podía emplearse en propósitos comunes ni cambiarse por un equivalente: debía sacrificarse; o si, por algún defecto descubierto, no era apto para el altar, podía venderse, y el dinero se aplicaba al servicio sagrado. Si se prometía un animal impuro, como un asno o un camello, por ejemplo, debía destinarse al uso del sacerdote por el valor estimado, o podía ser rescatado por la persona que prometía, mediante el pago de ese valor y la multa adicional de una quinta parte más..

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