Porque de cierto os digo, que cualquiera que dijere a este monte: Quítate, y échate en el mar; y no dudare en su corazón, sino que creyere que será hecho lo que dice; tendrá todo lo que diga.

Porque de cierto os digo, que cualquiera que dijere a este monte: Quítate, y échate en el mar; y no dudare en su corazón, sino que creyere que será hecho lo que dice; tendrá todo lo que diga. Aquí está la lección ahora. Por la naturaleza del caso supuesto, que ellos podrían desear que se quitara una montaña y se arrojara al mar, algo muy alejado de cualquier cosa que se pudiera pensar que realmente deseaban-, es claro que los obstáculos no físicos sino morales para el progreso de Su reino estaban a la vista del Redentor, y que lo que Él se proponía enseñar era la gran lección, que ningún obstáculo debería poder interponerse ante una fe confiada en Dios.

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