Si un hombre hace un voto a Jehová, o hace un juramento para ligar su alma con un vínculo, no faltará a su palabra, hará conforme a todo lo que salga de su boca.

Si un hombre hace un voto. Un simple propósito secreto de la mente no era suficiente para constituir un voto: tenía que ser expresado realmente en palabras; y aunque era un acto puramente voluntario, sin embargo, una vez hecho el voto, su cumplimiento, como el de cualquier otra promesa, se convertía en un deber indispensable, tanto más que, al referirse a una cosa sagrada, no podía ser descuidado sin la culpa de prevaricación e infidelidad a Dios.

No quebrantará: literalmente, profanará su palabra; hacerlo vano y despreciable ( Salmo 55:20 ; Salmo 89:34 ). Pero como a menudo ocurría que las partes juraban hacer cosas que no eran buenas en sí mismas ni estaban en su poder para realizarlas, la ley ordenó que sus superiores naturales tuvieran el derecho de juzgar la conveniencia de esos votos, con el poder discrecional de sancionar o prohibir su cumplimiento.

Los padres debían determinar en el caso de sus hijos, y los maridos en el de sus esposas, sin embargo, se les permitía sólo un día para deliberar después de que el asunto fuera conocido, y su juicio, si era desfavorable, liberaba al devoto de toda obligación.

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