El impío es ahuyentado en su maldad, pero el justo tiene esperanza en su muerte.

El impío es ahuyentado en su maldad, 'en su mal', es decir, cuando el castigo de su mal le alcanza; como lo requiere la expresión, "en su muerte", en la cláusula paralela opuesta. "Ahuyentado" como la paja, sin tener nada sustancial en él.

Mas el justo tiene esperanza en su muerte, esperanza segura de vida eterna. También, cuando le sobrevengan angustias de muerte.

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