El que reprende al escarnecedor, se avergüenza; y el que reprende al impío, se mancha.

El que reprende al escarnecedor, recibe para sí vergüenza... mancha. Los "tontos" o, en hebreo, "simples", corren el peligro de convertirse en "escarnecedores"; de donde las dos clases aparecen juntas en. Por lo tanto, el "simple" debe dejar la compañía de los simples, mucho más dejar la compañía de los "escarnecedores", para "vivir" 'yendo por el camino del entendimiento'.

Este verso y es una pista también para las invitantes "doncellas", es decir, ministros, que no 'echen sus perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y desgarren' a los oferentes. "Se avergüenza ... una mancha", es decir, la mancha de abuso e injuria: tan lejos está él de hacer algún bien al escarnecedor, le da ocasión al escarnecedor solo para pecar peor.

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