Me he acordado de tu nombre, oh SEÑOR, en la noche, y he guardado tu ley.

Me he acordado de tu nombre, oh Señor, en la noche, y he guardado tu ley. Por la noche, especialmente nuestras penas presionan dolorosamente sobre la mente.

El recuerdo del "nombre" del Señor, es decir, su manifestación de Sí mismo en actos como el Libertador de su pueblo, es en tales momentos muy consolador. Del tiempo que otros dedican al sueño, con gusto tomo una parte para consolarme con el recuerdo de tu glorioso nombre.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad