A ti clamé, oh SEÑOR; y al SEÑOR hice súplica.

Aquí comienza la humilde oración que el doloroso castigo llevó a David a ofrecer.

Lloré..., sin tener a nadie más a quien huir, y sin desear a nadie más.

Hice una súplica (Ethchannan), 'Supliqué POR GRACIA', a diferencia de un reclamo basado en los méritos.

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