Éxodo 14:1-31

1 El SEÑOR habló a Moisés diciendo:

2 “Di a los hijos de Israel que den la vuelta y acampen cerca de Pi-hajirot, entre Migdol y el mar, frente a Baal-zefón; acamparán en el lado opuesto, junto al mar.

3 Entonces el faraón dirá de los hijos de Israel: ‘Andan errantes por la tierra; el desierto les cierra el paso’.

4 Yo endureceré el corazón del faraón para que los persiga; pero yo mostraré mi gloria en el faraón y en todo su ejército, y los egipcios sabrán que yo soy el SEÑOR”. Ellos lo hicieron así.

5 Y cuando informaron al rey de Egipto que el pueblo huía, el corazón del faraón y de sus servidores se volvió contra el pueblo. Y dijeron: “¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, y que no nos sirva?”.

6 Unció su carro y tomó consigo a su gente.

7 Tomó seiscientos carros escogidos y todos los demás carros de Egipto con los oficiales que estaban al frente de todos ellos.

8 El SEÑOR endureció el corazón del faraón, rey de Egipto, y él persiguió a los hijos de Israel; pero estos salieron osadamente.

9 Los egipcios los persiguieron con toda la caballería, los carros del faraón, sus jinetes y su ejército; y los alcanzaron mientras acampaban junto al mar, al lado de Pi-hajirot, frente a Baal-zefón.

10 Cuando el faraón se había acercado, los hijos de Israel alzaron los ojos; y he aquí que los egipcios venían tras ellos. Entonces los hijos de Israel temieron muchísimo y clamaron al SEÑOR.

11 Y dijeron a Moisés: — ¿Acaso no había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para morir en el desierto? ¿Por qué nos has hecho esto de sacarnos de Egipto?

12 ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto diciendo: “Déjanos solos, para que sirvamos a los egipcios”? ¡Mejor nos habría sido servir a los egipcios que morir en el desierto!

13 Y Moisés respondió al pueblo: — ¡No teman! Estén firmes y verán la liberación que el SEÑOR hará a favor de ustedes. A los egipcios que ahora ven, nunca más los volverán a ver.

14 El SEÑOR combatirá por ustedes, y ustedes se quedarán en silencio.

15 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: — ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen.

16 Y tú, alza tu vara y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo para que los hijos de Israel pasen por en medio del mar, en seco.

17 Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que entren detrás de ellos, y mostraré mi gloria en el faraón y en todo su ejército, en sus carros y en sus jinetes.

18 Y los egipcios sabrán que yo soy el SEÑOR, cuando yo muestre mi gloria en el faraón, en sus carros y en sus jinetes.

19 Entonces el ángel de Dios, que iba delante del campamento de Israel, se trasladó e iba detrás de ellos. Asimismo, la columna de nube que iba delante de ellos se trasladó y se puso detrás de ellos,

20 y se colocó entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel, constituyendo nube y tinieblas para aquellos, mientras que alumbraba a Israel de noche. En toda aquella noche no se acercaron los unos a los otros.

21 Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y el SEÑOR hizo que este se retirara con un fuerte viento del oriente que sopló toda aquella noche e hizo que el mar se secara, quedando las aguas divididas.

22 Y los hijos de Israel entraron en medio del mar en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda.

23 Los egipcios los persiguieron, y entraron en el mar tras ellos con toda la caballería del faraón, sus carros y sus jinetes.

24 Aconteció que a eso de la vigilia de la mañana, el SEÑOR miró hacia el ejército de los egipcios, desde la columna de fuego y de nube, y sembró la confusión en el ejército de los egipcios.

25 Trabó las ruedas de sus carros, de modo que se desplazaban pesadamente. Entonces los egipcios dijeron: “¡Huyamos de los israelitas, porque el SEÑOR combate por ellos contra los egipcios!”.

26 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros y sobre sus jinetes”.

27 Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, este volvió a su lecho, de modo que los egipcios chocaron contra él cuando huían. Así precipitó el SEÑOR a los egipcios en medio del mar.

28 Las aguas volvieron y cubrieron los carros y los jinetes, junto con todo el ejército del faraón que había entrado en el mar tras ellos. No quedó de ellos ni uno solo.

29 Pero los hijos de Israel caminaron en seco por en medio del mar, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda.

30 Así libró el SEÑOR aquel día a Israel de mano de los egipcios. Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar.

31 Cuando Israel vio la gran hazaña que el SEÑOR había realizado contra los egipcios, el pueblo temió al SEÑOR, y creyó en él y en su siervo Moisés.

DIOS INSTRUYE A LOS ISRAELITAS ACERCA DE SU VIAJE.

2. Habla a los hijos de Israel que den la vuelta, y asienten su campo—Los israelitas ahora habían completado su viaje de tres días, y en Etham tenían que decidir si celebrarían su proyectada fiesta y volverían, o si marcharían adelante por la cabeza del Mar Bermejo al desierto, con miras de una partida final. Ya estaban en los límites del desierto, y una marcha corta los pondría fuera del alcance de seguimiento, pues los carros de Egipto podrían hacer poco progreso sobre la arena seca y blanda. Pero en Etham, en vez de continuar la marcha hacia el este con el mar a la mano derecha se les mandó de repente doblar hacia el sur, teniendo el golfo a su mano izquierda; una ruta que no sólo los demoraba sobre los confines de Egipto, sino que, al tomarla, ellos dieron la espalda a la tierra que ellos habían salido a poseer. Un movimiento tan inesperado, y cuyo propósito ulterior estaba cuidadosamente oculto, no pudó sino excitar el asombro de todos, aun de Moisés, aunque, por su fe implícita en el poder y la sabiduría de su Guía celestial, él obedeció. El objeto era el de atraer a Faraón a la persecución, a fin de que el efecto moral, que los juicios sobre Egipto habían producido al libertar al pueblo de Dios de la servidumbre, llegara hasta las naciones, por medio de los terribles acontecimientos que iban a desarrollarse en el Mar Bermejo. Pihahiroth—boca del desfiladero, o paso, -descripción muy adecuada para el de Bedeat, que se extendía desde el Nilo y se abre sobre las orillas del Mar Bermejo. Migdol—una fortaleza, o ciudadela. Baalzephón—algún lugar señalado sobre la orilla opuesta u oriental.

3. el desierto los ha encerrado—Faraón, que ansiosamente espiaría sus movimientos, ahora estaba convencido de que ellos estaban meditando en la huída, y naturalmente pensaba por el error en que parecían haber caído, al entrar en aquel desfiladero, que él los podría interceptar. Los creía ahora enteramente en su poder, pues la cadena de montañas estaba de un lado, el mar del otro, de modo que, si él los perseguía por detrás, la fuga parecía imposible.

5. el corazón de Faraón y de sus siervos se volvió contra el pueblo—¡Ay! ¡qué pronto reaparece la obcecación de este rey malvado! El había sido convencido, pero no convertido; intimidado, pero no santificado por los juicios aterradores del cielo. Amargamente se arrepintió de lo que consideraba una concesión apresurada. El orgullo y la venganza, el honor de su reino y los intereses de sus súbditos, todas estas cosas le movían a anular el permiso que había dado a aquellos esclavos fugitivos, y a forzarlos a volver a sus tareas acostumbradas. Es extraño que todavía permitiera que tales consideraciones borrasen y sobrepujaran toda su experiencia dolorosa del peligro de oprimir a aquel pueblo. Pero aquellos a quienes el Señor ha sentenciado a destrucción, primeramente son infatuados por el pecado.

6. unció su carro—Aquí se describen sus preparativos para la persecución inmediata y furiosa: se hace una diferencia entre “los carros escogidos” y “los carros de Egipto”. Aquéllos evidentemente componían la guardia especial del rey, en total seiscientos, y son llamados “escogidos”, literalmente “hombres terceros”; tres hombres eran destinados a un carro: el cochero y dos guerreros. En cuanto a los “carros de Egipto, los carros comunes, llevaban sólo dos personas, una para manejar y la otra para pelear”; a veces había sólo un hombre en el carro, el cochero, quien ataba las riendas al rededor de su cuerpo y peleaba. Estos carros eran de construcción liviana, abiertos atrás y apoyados sobre ruedas pequeñas.

10. cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos—El gran terror de los israelitas es algo sorprendente, cuando consideramos su enorme superioridad en número, pero su profunda congoja y desesperación al ver este ejército armado tienen una explicación satisfactoria en el hecho de que el estado civilizado de la sociedad egipcia, exigía la ausencia de todas las armas, excepto cuando estaban en el servicio del país. Si los israelitas estaban completamente desarmados a su salida, no podían pensar en hacer alguna resistencia. (Wilkinson & Hengstenberg).

13, 14. Moisés dijo al pueblo: No temáis; estáos quedos, y ved la salud de Jehová—Nunca, tal vez, fué tan severamente probada la fortaleza de un hombre como la del dirigente hebreo en esta crisis, expuesto como él estaba a peligros diversos e inevitables, de los cuales el más formidable era la venganza de una multitud sediciosa y desesperada; pero su serenidad mansa, tranquila, magnánima, presenta uno de los ejemplos más sublimes de valentía moral hallados en la historia. Y ¿de dónde resultó este valor? El veía la nube milagrosa que todavía los acompañaba, y su confianza provenía solamente de la esperanza en una interposicíón divina, aunque, tal vez, él habría buscado la liberación esperada en todas partes, menos en la dirección del mar.

15-18. Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? etc.—Cuando en contestación a sus oraciones, recibió el mandato divino de avanzar, no dudó más acerca de la clase de milagro por el cual la salvación de su enorme responsabilidad sería efectuada.

19. el ángel de Dios—o sea, la columna de nube. El movimiento lento y silencioso de aquella columna majestuosa por el aire y su colocación tras ellos, excitaría el asombro de los israelitas (Isaías 58:8). Fué una barrera eficaz entre ellos y sus perseguidores, no sólo protegiéndolos a ellos sino también ocultando su movimientos. Así la misma nube producía luz (símbolo de favor) para el pueblo de Dios, y obscuridad (símbolo de ira) a sus enemigos (2 Corintios 2:16).

21. extendió Moisés su mano, etc.—La agitación de la vara fué de grande importancia en esta ocasión para dar testimonio público en presencia de los israelitas reunidos, tanto del carácter de Moisés como de la misión divina a él encomendada. hizo Jehová … recio viento oriental toda aquella noche—Supóngase una marea menguante, causada por el viento, que levantara el agua a una gran altura de un lado, además como no sólo había “tierra seca”, sino, según el tenor del relato sagrado, un muro a la derecha y a la izquierda, sería imposible, sobre la hipótesis de tal causa natural, levantar el muro al otro costado. Es imperativa, pues, la idea de una interposición divina; y, suponiéndose que la travesía fuera hecha al Monte Attakah, o a la boca del Wady-Yawarik, un viento oriental cortaría el mar en aquella línea. La palabra hebrea “kedem”, sin embargo, traducida en nuestra versión “oriental”, significa en su acepción primaria “previo”; de modo que este versículo, tal vez, podría traducirse “Jehová hizo que el mar retrocediera toda aquella noche por un fuerte viento previo;” traducción que quitaría la dificultad de suponer que las huestes de Israel marchasen sobre las arenas contra una impetuosa columna de viento, bastante fuerte para amontonar el agua a cada lado de un camino seco.

22. los hijos de Israel … por medio de la mar, etc.—Es muy probable que Moisés, junto con Aarón primero plantara sus pies sobre la arena nunca antes pisada, alentando al pueblo a seguirle sin temor de las murallas traicioneras; y cuando tenemos en cuenta las multitudes que le seguían, el número inmenso de los que por su infancia o su vejez eran incapaces de apresurar sus movimientos, junto con todas las pertenencias del campamento, el carácter fuerte y firme de la fe de los dirigentes fué manifestado notablemente (Josué 2:10; Josué 4:23; Salmo 66:6; Salmo 74:13; Salmo 106:9; Salmo 136:13; Isaías 63:11; 1 Corintios 10:1; Hebreos 11:29).

23. Siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta el medio de la mar—Por la obscuridad causada por la nube interceptora, es probable que ellos no supieran en qué terreno estaban avanzando: oían el ruido de los fugitivos delante de ellos, y seguían adelante con la furia de vengadores de sangre, sin soñar con que estaban sobre el lecho del mar que se había secado.

24. Jehová miró … desde la columna de fuego y nube, y perturbó el campo de los egipcios—Suponemos que el lado de la columna de nube hacia los egipcios fuera repentinamente, y por breves momentos, iluminado con una llama de luz, que al venir en una refulgente llamarada sobre la densa obscuridad que la precedía, de tal manera que espantaría a los caballos de los perseguidores que se abalanzarían unos contra otros en la confusión y se pondrían indómitos. “Huyamos de delante de Israel”, fué el grito que resonó por las formaciones rotas y tambaleantes; pero fué demasiado tarde; todas las tentativas de huída eran vanas. (Bush.)

27. Moisés extendió su mano sobre la mar, etc.—¿Qué circunstancias podrían demostrar más claramente el carácter milagroso de esta transacción que el hecho de que a la agitación de la vara de Moisés, las aguas, dividiéndose dejaron seco el lecho, y que al hacer el mismo movimiento en la otra ribera, las aguas volvieron, juntándose con una furia instantánea? ¿Es tal el carácter de alguna marea menguante?

28. No quedó de ellos ni uno—Es sorprendente que, con semejante declaración, algunos escritores inteligentes afirmen que no hay evidencia de la destrucción de Faraón mismo (Salmo 106:11.)

30. Israel vió a los egipcios muertos a la orilla de la mar—La marea los arrojó y dejó multitudes de cadáveres sobre la playa, resultado que trajo mayor infamia sobre los egipcios, que por otra parte tendía a encarecer el triunfo de los israelitas, y sin duda los enriqueció con armas, las que no tenían antes. La ubicación de esta travesía famosa todavía no ha sido fijada satisfactoriamente, y probablemente nunca lo será. Algunos la colocan en la vecindad inmediata de Suez, donde se dice que la parte del mar es más propensa a ser afectada por un “fuerte viento oriental”; donde el camino del desfiladero de Migdol (ahora Muktala) conduce directamente a este punto; y donde el mar, de Cantares de los Cantares 3 kilómetros de ancho, podría ser cruzado en poco tiempo. Pero la vasta mayoría, sin embargo, que han examinado este lugar, rechazan esta opinión, y fijan la travesía, como también la fija la tradición local, como a 16 o 19 kilómetros más al sur al Wady-Tawrik. “El tiempo del milagro fué de toda la noche, en la estación del año también, cuando la noche tendría un término medio de duración. El mar en este punto tiene una anchura Deuteronomio 9:12 kilómetros. Hubo así tiempo suficiente para que pasasen los israelitas desde cualquier parte del valle, especialmente considerándose su excitación y animación por la interposición favorable y maravillosa de Dios a su favor”. (Wilson.)

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