Siéntate a mi mano derecha, etc. Los mismos judíos antiguos entendieron este salmo 109 de su Mesías, ni pudieron responder a las palabras de Cristo (Mateo xxii.45) cuando les mostró con estas mismas palabras que su Mesías no solo era el Hijo de David, sino también el Señor. de David, de quien se dijo: Jehová dijo a mi Señor: siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

Ver también 1 Corintios xv. 52. y en esta epístola, Cap. X. 13. --- ¿No son todos espíritus ministradores? &C. El apóstol, en este capítulo, no sólo muestra cuánto es superior la dignidad de Cristo a la de los más altos Ángeles, sino también su divinidad; y que él es tanto verdadero Dios como verdadero hombre, como los antiguos Padres notaron contra los arrianos. (Witham) --- Los santos ángeles, dice San Agustín, a cuya sociedad aspiramos, nos ayudan sin dificultad, porque su noción es pura y libre.

(De Civit. Lib. 11. cap. Xxxi.) Teniendo, pues, a Jesucristo por abogado y mediador a la diestra de Dios, ya sus Ángeles por guardianes, espíritus ministradores, ¿qué más podemos desear?

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