En las mismas palabras ella es pronunciada bendecida por Isabel y por el ángel Gabriel, ambos inspirados por el Espíritu Santo, y esto no solo para alabanza de Jesús, sino por él, para alabanza de María, llamándola bienaventurada, y su fruto bendito; y así, como Ven. Bede afirma, exponiéndola a la veneración de hombres y ángeles.

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