Estírate. Nuestro Salvador coloca al hombre que tenía la mano seca en medio de los judíos, y mirando a la multitud, (según San Marcos) le ordenó que extendiera la mano, para que por estos diversos caminos, pudiera excitar a la multitud. lástima de los testarudos; pero apenas hubo realizado este acto de caridad, ellos, hinchados de ira, salieron meditando la destrucción. ¡Tan ruinoso y pestífero es el vicio de la envidia! (S t.

Juan Crisóstomo, hom. xli). --- San Mateo, habiendo mencionado este milagro, aprovecha la ocasión para narrar otros que Cristo realizó en su segundo regreso de Judea. Con frecuencia tenemos que mencionar que la partícula tunc, entonces, y cosas por el estilo, no siempre se relacionan con lo que precede inmediatamente. Se puede decir que un alma en pecado se parece a la mano seca, pero la obediencia con fe a los mandamientos de Dios puede restaurarla y la devolverá a su estado prístino. Jesús le pide que extienda su mano, y el poder acompaña al mandamiento; lo extiende y queda sano como el otro. (Haydock)

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