Entonces dijo al hombre: Extiende tu mano. Y extendiendo su luz; y fue restaurado íntegro, como el otro.

Ver. 13. Y lo extendió ] Así que nuestros ayunos extenderían sus manos hacia los pobres, si ellos vinieran a Cristo y oyeran su voz, como lo hizo este hombre. Pero hasta entonces se separarán tan fácilmente de su sangre como de su bien. Toda su lucha es quién (como el sapo) se dormirá con la mayor parte de la tierra en sus garras: como cuando mueren, nada los entristece más que tener que dejar lo que tanto han amado en vida. Leí acerca de un desgraciado que, al estar a punto de morir, se puso una moneda de oro en la boca y dijo: "Algunos más sabios que otros, pero quiero tener esto conmigo".

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