Para que quien, considerando la gran desigualdad entre Dios y el hombre, se desespere de obtener los favores de Dios y, por tanto, no se atreva a ofrecer sus peticiones, inmediatamente introduce esta semejanza del Padre; de modo que si estuviéramos a punto de desesperarnos a causa de nuestros pecados, de su ternura paternal aún pudiéramos tener esperanzas. (Santo Tomás de Aquino)

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