No hay ningún hombre justo, a saber. virtud de la ley de la naturaleza o de la ley de Moisés; pero solo por fe y gracia. (Challoner) --- El apóstol aquí aduce una serie de pasajes de la Escritura antigua, para convencer tanto a judíos como a gentiles, de que ninguno de ellos era justo, ni tenía derecho a gloria alguna, por sus buenas obras. No es que un hombre justo no pueda ser encontrado bajo la ley antigua, o incluso ante la ley; un número infinito de pasajes de la Escritura mostrarán lo contrario: pero debe entenderse que habla del hombre abandonado a sí mismo, como hijo de Adán, concebido en pecado y engendrado un hijo de ira.

(Calmet) --- Estos crímenes, enumerados por el apóstol, no se mencionan como si se encontraran en cada individuo, pero parte de este catálogo negro de crímenes se encontraron en un solo hombre; algunos en otro; sin embargo, de modo que todos se habían infectado con el pecado y la iniquidad, todos habían abandonado el camino de la virtud. No hubo justo, ninguno encontrado, que temiera o buscara a Dios. (Estius) --- Estos textos de la Escritura, aunque anteriormente, incluso antes de los tiempos de S.

Jerónimo y San Agustín, se encontraron juntos en algunas ediciones latinas, a saber. Salmo xiii. no se puede encontrar unida ni en el texto hebreo, ni en la versión de los Setenta, como afirma San Jerónimo, en el Præf. lib. xvi. comentar. en Isai. Esto, dice, lo permiten todos los comentaristas griegos. Dice, que aquellos que ignoraban el arte de este apóstol al unir los textos de diferentes pasadas de la Escritura, al no encontrar ninguna parte donde estaban todos juntos, los colocaron, sin ninguna autoridad, en ese salmo de donde procede la primera parte de la cita. se toma.

Las palabras, un sepulcro abierto, están tomadas del Salmo XIII. (Texto hebreo xiv.) El verso "Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua han hecho con engaño", del Salmo v. "Veneno de áspides está debajo de sus labios", del Salmo cxxxix. "Cuya boca está llena de maldiciones y amargura", del Salmo IX. "Sus pies son veloces", etc. en cuanto, no hay miedo, de Isaías cap. lix. "No hay temor de Dios ante sus ojos", del Salmo xxxv. (Estius)

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