La Ley. Así como el sol ilumina el mundo, la ley sirve para dirigir a la humanidad y es otro de los motivos más poderosos para alabar a Dios. Esto eleva aún más perfectamente nuestro corazón y nuestra mente a él, recordándonos de nuestros vagabundeos y confirmando nuestro conocimiento. La luz es necesaria para el cuerpo y la ley para el alma. El profeta admira ocho características de esta ley divina, a la que designa con diferentes nombres; como en el salmo 118, algo se relaciona solo con la ley evangélica, que convierte las almas, (Berthier) y dura para siempre, ver.

10. (Haydock) --- No obstante, la ley de la naturaleza y la de Moisés también son elogiadas, (Theodoret) en la medida en que la moralidad es siempre la misma; y en cada dispensación se requiere algo de fe en Cristo, por venir o ya en el pasado. Por eso se le llama el Cordero inmolado desde el principio. [Apocalipsis xiii. 8.] La fe implícita sería suficiente para los menos informados, antes de la venida de nuestro Salvador; pero ahora, a la luz del evangelio, debemos expresar nuestra fe en su encarnación, así como en la santísima Trinidad.

Se requiere más de aquellos a quienes se les ha dado más. [Lucas xii. 48.] (Haydock) --- Unspotted. Hebreo y Septuaginta, "irreprensible". (Calmet) --- ¿Quién de verdad podría pretender encontrarle alguna falta, ya que viene de Dios? (Haydock) --- Las leyes de los hombres son imperfectas y pueden cambiar. Los de Draco fueron demasiado sanguinarios y dieron lugar a los de Solon, que se consideraron demasiado suaves, etc. ¡Cuán felices serían todos si aceptaran la ley del evangelio! (Berthier) --- Conversión.

En hebreo, "tranquilizar las almas" (Menochius) manteniendo las pasiones bajo control. (Haydock) --- Testimonio, declarando la voluntad de Dios a los hombres. --- Pequeños. Los simples y los impíos; como ambos se llaman así. (Calmet) --- Pethi, "fácilmente persuadido". (Menochius) --- Dirige a los primeros, y mantiene a los segundos atemorizados mediante el castigo. (Calmet) --- Todos, en general, deben confesar su ignorancia, y falta de la ley divina, para cosechar algún beneficio de ella.

(Haydock) --- Esta es la primera lección que imparte. (Berthier) --- La ley es la más pura en sí misma, ya sea que entendamos la que se le dio a Moisés o el evangelio. Pero esto último deja sin mancha a los observadores, por la gracia que el Espíritu Santo les comunica, aunque todos los que apenas leen y conocen la ley, no tienen participación en esta felicidad. Dios es el autor de la salvación, invitando dulcemente a todos por las perfecciones de su ley, que confiere luz y alegría, a cooperar con la gracia, para que puedan obtener la recompensa prometida, ver.

12., y 2 Timoteo iv. 6. (Worthington) --- La misma gracia fue ofrecida desde el principio, para que nadie sea castigado jamás si no la ha merecido, habiendo tenido los medios para cumplir con su deber. (Haydock)

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