y los ratones de oro, de acuerdo con el número de todas las ciudades de los filisteos pertenecientes a los cinco señores, tanto de ciudades cercadas como de aldeas rurales, cada ciudad y pueblo en los cinco estados está representado por una figura, evidentemente porque la plaga de los ratones se había extendido por todo el país, hasta la gran piedra de Abel, ese poderoso atrio como saliente en el campo de Josué, sobre el cual pusieron el arca del Señor; piedra que permanece hasta el día de hoy en el campo de Josué, el Bet-semita, testigo mudo y monumento del suceso según se registra aquí.

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