Hasta que amanezca, más bien, "hasta que se enfríe el día", hasta que se acerque la tarde y las sombras huyan, alargándose rápidamente hacia el este, me llevaré al monte de la mirra y al collado del incienso, donde ella podía estar en comunión con Dios en una soledad tranquila. Y el Rey responde con gozosa aprobación:

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