Hasta que amanezca y huyan las sombras, me llevaré al monte de la mirra y al collado del incienso.

La Iglesia una vez antes se había expresado con respecto a la dispersión de las sombras de la noche, al despuntar el día, ver Cantares de los Cantares 2:17 ; y aquí añade que esperará este acontecimiento tan deseado retirándose a la meditación y la oración. Junto al monte de la mirra, quizás en alusión a aquel a quien se ofreció mirra mezclada con hiel, se puede suponer el monte del Calvario; y por la colina del incienso quizás pueda estar implícita la fragancia de ese incienso, que Jesús, como el gran Sumo Sacerdote de su pueblo, ofreció en esa única ofrenda de sí mismo, con la ropa ensangrentada.

Algunos han supuesto, sin embargo, que estas son las palabras de Cristo en continuación de lo que sucedió antes, como si Jesús, mientras espera el gran día en el que recogerá todas las cosas para sí, lo apartara para velar por todas las preocupaciones de su pueblo. Iglesia y pueblo.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad