Solo ten cuidado de ti mismo y guarda tu alma con diligencia, no sea que te olvides de las cosas que tus ojos han visto, los milagros y las muchas evidencias de la presencia de Dios durante los años del viaje por el desierto, y no sea que se aparten de tu corazón todos los días de tu vida, es decir, hasta por un minuto; pero enséñales a tus hijos, a tus hijos ya los hijos de tus hijos, a tus nietos, el mandamiento incluyendo así tres puntos: recordar, observar y transmitir en su integridad;

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