Me harás un altar de tierra, y sobre él sacrificarás tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus bueyes. Tales ofrendas eran un tipo y figura del corazón del hombre, ya que surgió en la verdadera adoración al trono de Dios, por lo que también la tierra llana, la tierra como la creó el Señor, fue el material que Él prefirió, que se encontró prácticamente en todas partes donde los hijos de Israel se reunirían para adorar.

En todos los lugares donde anoto Mi nombre, vendré a ti y te bendeciré. Dios no está confinado ni al templo ni al tabernáculo, pero puede revelar su gloriosa majestad en cualquier lugar que elija. Y dondequiera que esto suceda, aquellos que tengan la suerte de ser testigos de tal revelación se convertirán en participantes de las bendiciones de Dios. Este hecho es de gran valor para nosotros los creyentes del Nuevo Testamento, ya que tenemos la seguridad de que la presencia del Señor en la Palabra y en los sacramentos nos garantiza sus bendiciones.

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