Y cuando ellos se fueron, oí el ruido de sus alas como el ruido de grandes aguas, del rugido y rugido del océano, como la voz del Todopoderoso, en el trueno de su poder, la voz del habla, un sordo, ruido confuso como de tumulto, como ruido de hostia; cuando estuvieron de pie, bajaron sus alas, en reposo reverencial ante el único Dios viviente, que ahora pone freno a la fiereza de las criaturas al llevar a cabo la ira divina.

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