Nadie se compadeció de que te hicieras nada de esto, los actos habituales en el caso de un recién nacido, tener compasión de ti; pero fuiste expulsado a campo abierto, siendo común en muchas naciones antiguas la exposición de los niños al aborrecimiento de tu persona, como objeto de aborrecimiento, el día que naciste. Tal es, en sentido figurado, la condición lamentable de todos los hombres por naturaleza, objeto de repulsión a los ojos del Dios santo.

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