no a mucha gente de habla extraña y de lengua difícil, de modo que el aprendizaje de varios idiomas y dialectos aumentaría las dificultades de comunicación y, por tanto, de proclamar la voluntad del Señor, cuyas palabras no puedes comprender. Seguramente, si te hubiera enviado a ellos, ellos, a pesar de todos los obstáculos y obstáculos que acabamos de enumerar, te habrían escuchado, mostrando menos obstinación y, por lo tanto, un mayor interés en el mensaje del profeta que los miembros de su propio pueblo.

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