Y el Señor Dios plantó un huerto en Edén al oriente, y allí puso al hombre que había formado. Aunque toda la obra de la creación fue perfecta, Dios decidió hacer aún más por el hombre plantando un jardín o parque cerrado, comúnmente llamado Paraíso, en Edén, un país hacia el este. En este lugar cubierto y protegido, el Señor puso al hombre que había formado. Ese iba a ser su hogar terrenal, un lugar de maravillosa bienaventuranza, un vestíbulo apropiado para el hogar eterno con su inigualable descanso sabático.

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