Y él dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del cual te mandé que no comieras? Adán habría permanecido en el estado de dichosa inocencia si no hubiera comido del fruto prohibido; no habría conocido su desnudez. El hecho de que fuera consciente de su desnudez era una prueba definitiva de que había transgredido el mandato del Señor; porque esta conciencia venía de adentro y era una marca de su culpa.

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