Y él dijo: Paz a vosotros, no temáis; tu Dios y el Dios de tu padre te ha dado tesoro en tus costales; Tuve tu dinero. Con toda gentil bondad, el mayordomo, que pudo haber conocido al Dios verdadero por medio de las enseñanzas de José, calmó sus temores y les pidió que no se preocuparan, ya que su dinero le había llegado en el debido pago. Y les sacó a Simeón, lo que provocó un feliz reencuentro.

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