Vuestro Dios, y el Dios de vuestro padre, os ha dado tesoros en vuestros costales. Por esto demuestra que no tenía sospecha de deshonestidad en ellos: porque lo que obtenemos con el engaño no podemos decir que Dios nos lo dé. Él silencia su indagación posterior al respecto: no preguntes cómo llegó allí, la providencia te la trajo, y deja que eso te satisfaga. Parece por lo que dijo, que por las instrucciones de su maestro fue llevado al conocimiento del Dios verdadero, el Dios de los hebreos.

Los dirige a mirar hacia arriba a Dios y reconocer su providencia en el buen trato que tuvieron. Debemos reconocernos en deuda con Dios como nuestro Dios, y el Dios de nuestros padres, (un Dios en pacto con nosotros y ellos) por todos nuestros éxitos y ventajas, y las bondades de nuestros amigos; porque toda criatura es eso para nosotros, y no más de lo que Dios hace que sea.

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