Rubén, tú eres mi primogénito, mi fuerza y ​​el principio de mi fuerza, la excelencia de la dignidad y la excelencia del poder. Jacob habla con profundo sentimiento: Rubén, mi primogénito, mi fuerza y ​​la cabeza de mi fuerza. Fue la primicia del vigor de Jacob, tanto espiritual como corporal. En él, la dignidad del sacerdocio debería haber estado unida al poder del gobernante. Pero todo esto Reuben había perdido.

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