Oíd la Palabra del Señor, gobernantes de Sodoma, porque como tales, Jehová se dirige a los príncipes de Jerusalén; Pueblo de Gomorra, escuchad la ley de nuestro Dios, cuya conducta se caracterizaba por el orgullo, la lujuria de la carne y la falta de misericordia. El pensamiento que subyace a este giro de la solemne súplica del profeta es que los judíos podrían haber deseado objetar su reprimenda señalando el aparente esplendor del culto en el templo.

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